Secta maldita: ritos satánicos llegaron a Argentina desde Brasil
La conmoción y el temor escenifican por estos días el pueblo de
Empedrado (Argantina) luego del aberrante y macabro abuso sexual a dos
chicos, por su propio padre, durante un ritual kimbanda. Detrás de estos
hechos, se esconde una historia oscura de creencias y fascinaciones.
En 1987, el matrimonio de Orestes Gómez y “Yuyita” Gamudio hacía
frecuentes viajes a Brasil. Además de disfrutar del bello paisaje, en el
país vecino fueron hipnotizados por las prácticas religiosas vinculadas
al umbandismo y a la magia negra. Fue así que decidieron llevar esas
celebraciones satánicas a su pueblo Empedrado, aprovechando para
difundirlas ante la amplia concurrencia de los vecinos al comedor que
era de su propiedad.
Justamente en El Doradito, el encargado de la cocina era Ramón Suárez,
más conocido por estos días como “El Pai Ramoncito”, uno de los
detenidos y principales imputados en la causa por el abuso a un menor de
10, a manos de su familia. Suárez además tenía estrecha vinculación con
Rubén Lezcano, quien en 2005 ejecutó de dos tiros a su pequeño cuñado,
Ramón “Monchito” Garay, porque “el diablo me lo pidió”, declaró ante la
justicia el asesino.
Los rituales, con el pasar de los años, comenzaron a agigantarse
temiblemente en el pueblo. “Es el camino más corto porque el
materialista quiere el dinero, el objeto”, argumenta un conocedor de
estas prácticas, que prefiere reservar su identidad. A su vez detalla en
forma escalofriante que “se entregan a los nenes y hasta se hacen
sacrificios con bebés recién nacidos para que tenga poder el pai, para
que el trabajo se logre y cuanto más sufran esas criaturas más fuerza
tiene ese trabajo”.
Al ser consultado sobre los factores que impulsan a recurrir a estos
curanderos del mal, el padre Marcelo señala que “hay una mezcla de
superstición, con necesidad y ambición. No sólo hay ofrecimientos para
conseguir un trabajo sino para producir un daño o lograr una separación.
Es algo netamente diabólico. Es una distorsión desde la necesidad y la
ambición, ese afán de tener ‘un Dios para mí’”.
“Algunos políticos del pueblo han pagado trabajos para llegar a un cargo
en la municipalidad”, revela atemorizado un vecino. “¿O incluso no hay
un ex comisario detenido (Jorge Maidana) y un concejal sospechado
(Manuel Gómez)?”, se pregunta. “Hay mucho miedo ¿Por qué no aparecen las
autoridades elegidas? ¿Qué se esconde detrás de todo eso?”, cuestiona
el abogado Juan Pablo Escalante, que representa junto a su hermano
Guillermo a los hermanitos abusados.
Por su parte, el tío de las víctimas, Fabián Valenzuela, reconoce que
como “la mayoría son municipales, tienen miedo a represalias. Hay
personas que recibieron amenazas. Algunas conocían de estas prácticas,
han visto muchas cosas pero no quieren declarar”:
Así lo explica una mujer, escondiéndose detrás de la puerta de su casa,
que “iba a las marchas pero dejé de ir porque acá todo se ve, todo se
sabe y no quiero que les pase algo a mis hijas por ir a las marchas”.
Por lo tanto, su madre aprovecha la ocasión para decirle a este medio
que “nunca van a llegar a la verdad. Todo se oculta, se tapa y eso que
este pueblo hace diez años era un paraíso”.

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